Mucho se ha venido escribiendo sobre el uso de psicofármacos con niños con déficit de atención.
Obviamente, sería pecar de un optimismo exagerado si pensáramos que desde este sitio web podemos hacer algo útil para la mayoría de los menores así tratados.
Cuando los padres recurren con excesiva prisa a los ansiolíticos, los analgésicos, los antidepresivos, hipnóticos, antibióticos, antiácidos, etc., cómo podemos imaginar que actuarían con más prudencia respecto a sus hijos…
Cuando en un conjunto de familias con hijos menores, la mayoría de ellos con problemas de conducta, se abstienen en su mayor parte (más del 90%) de acudir a Escuelas de Padres, cuando aceptan que la Psiquiatría o Neurología les prescriba «antipsicóticos» (Risperdal y similares)….
¿Cómo poder esperar que nos escuchen a los profesionales que reconocemos el valor de los avances farmacéuticos, que duda cabe, pero que entendemos que se deben emplear con suma prudencia?.
¿Nos van a creer a quienes afirmamos que los psicoestimulantes ayudan a los menores hiperactivos, pero no a los inatentos? (lean el documento de Stein)
¿Nos van a creer a quienes afirmamos que los psicoestimulantes ayudan a los menores hiperactivos a aumentar su tiempo de atención y a estar más quietos, pero no los ayudan a aprender nada? ¿que no les permiten adquirir habilidades de autoregulación y eso los hace dependientes del fármaco durante años?
¿Nos van a creer a quienes somos «profesionales proscritos» por las Asociaciones de Afectados por los TDAS que reciben ayudas económicas de las Farmacéuticas y les financian sus Congresos y Reuniones Anuales?
¿Nos van a creer a nosotros, quienes, pese a nuestros currículos académicos y profesionales, somos menos que los «Jefes de Servicios de Pediatría, Psiquiatría, Neurología,…, de grandes y prestigiosos Hospitales Públicos o Privados? [ustedes no querrán saber en qué modo están financiados por los comercializadores de psicofármacos ya que eso les alteraría la conciencia…]
Así que, igual que en materias religiosas, cada uno elige en que Dios prefiere creer…
Pero el profesor Alan Sroufe les ha dejado claro lo que nosotros llevamos defendiendo algunas decenas de años (y por eso estamos formamos parte del grupo de los «proscritos»).